24 de diciembre de 2011

Los confines de la tierra han contemplado...

Salmo 97
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo; el Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.
Aclama al Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad.
Tocad la citara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas aclamad al Rey y Señor.

Hoy nos encontramos con este salmo que resuena con tonos épicos de himno triunfante. La forma del salmo expresa la grandeza de Dios, su belleza, su poder.
Pero hay un fondo que va más allá de la imagen del Dios victorioso, poderoso y favorecedor de un pueblo escogido.
¿Cuáles son las cualidades de este Dios? La misericordia y la fidelidad. No se habla de violencia, ni de poderío, ni de terror. Dios extiende su ley, que no es tiranía, sino amor entrañable —misericodia— y apoyo incansable y leal —fidelidad— al ser humano.
Dios no es nuestro enemigo, ni una fabulación para dominar las conciencias, como tantos pensadores han proclamado. Dios es nuestro mejor aliado, aquel que no sólo nos protege y nos cuida, sino que nos hace crecer y desplegar todo nuestro potencial. La justicia de Dios no consiste en elegir, separar y condenar, sino en perdonar y acoger a todos.
En Navidad, Dios se nos muestra como niño, ¿hay algo más tierno, más frágil, más indefenso, que pueda despertar nuestro amor? Este hacerse pequeño, humano, amable, es la maravilla de Dios. Y la victoria de Dios es la gloria y la plenitud del hombre.
Aunque este salmo sea un himno de Israel, en sus versos ya se atisba la universalidad de Dios. “Aclama al Señor, tierra entera”. No será un solo pueblo, ni una pequeña porción del planeta, la favorecida por Dios. La salvación es para todos. El amor de Dios llega hasta los confines de la tierra. Allá donde palpite un alma humana, Dios hará llegar la oferta generosa de su amor.

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