19 de mayo de 2012

El Señor puso en el cielo su trono

El Señor puso en el cielo su trono.
Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.  
Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.  
El Señor puso en el cielo su trono, su soberanía gobierna el universo. Bendecid al Señor, ángeles suyos, poderosos ejecutores de sus órdenes. 

El salmo 102 nos habla de Dios y de cómo es Dios. Estos versos ensalzan su poder sobre toda la creación. Todo lo que existe: la tierra, los seres vivientes, los astros, el tiempo y el espacio, sale de su mano, y su sabiduría “gobierna el universo”. Sus ángeles, le sirven. La cosmología que se desprende de este salmo es la de un mundo ordenado y perfecto que emerge del caos gracias a la inteligencia creadora de Dios. Este universo se rige por una ley que es intrínsecamente buena porque se desprende del mismo Creador. Esta ley no es otra que la bondad.
El salmista, sin embargo, no ignora que en el mundo no todo es perfecto, que hay maldad, delitos, injusticias. Todo este mal, en la visión bíblica, no es inevitable, ni fruto del azar o del destino, sino responsabilidad humana. Procede, muchas veces, de olvidarse de Dios. De ahí que el poeta insista: “Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios”. El hombre que olvida que es criatura, que no se ha hecho a sí mismo, sino que lo debe todo, comenzando por la vida, a un puro don, tiende a endiosarse y a forjarse sus propias leyes y criterios, casi siempre movidos por el egoísmo. De ahí a la explotación del otro, a la desigualdad y al crimen, hay solo unos pasos.
Sin embargo, el salmista nos recuerda que más grande que todos los delitos humanos es el amor de Dios. Tan inmensas como el horizonte son su bondad y su capacidad de perdón. Si lo reconocemos, si nos abrimos a su don, a su ley de amor, él alejará de nosotros toda culpa, toda esclavitud, todo lastre del mal.

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