Salmo 97
El Señor revela a las naciones su salvación
Cantad al Señor un
cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
El Señor da a conocer
su victoria, revela a las naciones su justicia, se acordó de su misericordia y
su fidelidad a favor de la casa de Israel.
Los confines de la
tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor,
tierra entera, gritad, vitoread, tocad.
Hoy nos encontramos con este salmo que resuena con tonos
épicos de himno triunfante. La forma del salmo expresa la grandeza de Dios, su
belleza, su poder.
Pero hay un fondo que va más allá de la mera imagen del Dios
victorioso, poderoso y favorecedor de un pueblo escogido.
¿Cuáles son las cualidades de este Dios? La misericordia y
la fidelidad. No se habla de violencia, ni de poderío, ni de terror. Dios
extiende su ley, que no es tiranía, sino amor entrañable —misericordia— y apoyo
incansable y leal —fidelidad— al ser humano. Como afirma el Papa Francisco, la
misericordia es mucho más que una cualidad de Dios: es la forma preferente en
que se manifiesta a los hombres, el espacio donde se establece un diálogo de
amor entre creador y criatura.
Dios no es nuestro enemigo ni una fabulación para dominar las
conciencias, como tantos pensadores han proclamado. Dios es nuestro mejor
aliado, aquel que no sólo nos protege y nos cuida, sino que nos hace crecer y
desplegar todas nuestras posibilidades. La justicia de Dios no consiste en
condenar, separar y elegir, sino en perdonar y acoger a todos. La palabra salvación, en hebreo, es un concepto
mucho más rico que el de mero rescate. Salvación significa salud, paz,
prosperidad, felicidad, desarrollo. La salvación de Dios es la gloria y la
plenitud del hombre.
Y, aunque este salmo sea un himno de Israel, ya en sus
versos se atisba la universalidad de Dios. «Aclama al Señor, tierra entera». No
será un solo pueblo, ni una pequeña porción del planeta, la favorecida por
Dios. Como nos recuerda el evangelio de hoy, la salvación es para todos. El amor de Dios llega hasta
los confines de la tierra. Allá donde palpite un alma humana, Dios hará llegar
la oferta generosa de su amor.
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