5 de junio de 2020

Gloria a ti por siempre




Lectura del libro de Daniel 

Daniel 3, 52-56


A ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,bendito tu nombre santo y glorioso. 


Bendito eres en el templo de tu santa gloria. 


Bendito eres sobre el trono de tu reino. 


Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos. 


Bendito eres en la bóveda del cielo. 




Hoy, en vez de un salmo, recitamos o cantamos estos versos del libro de Daniel. Este libro bíblico contiene algunas partes del llamado género apocalíptico, o visiones de la revelación de los últimos tiempos. Encontramos poderosas imágenes de Dios en su gloria. Lo presentan como un gran rey en su trono celeste, rodeado de ángeles y de todos los difuntos que ya gozan de su presencia. Aunque sean visiones espectaculares, siempre se quedarán cortas a la hora de expresar lo que quieren transmitir: el misterio y la grandeza de Dios.

Gloria, reino, abismos, cielo, luz deslumbrante. Son imágenes que se quieren acercar a este misterio inmenso y también quieren reflejar su belleza, aunque Dios va más allá de todo cuanto podamos imaginar.

Hoy celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad. El cristianismo no es la única religión que cree en un solo Dios. Pero sí hay algo propio de nuestra fe, que es creer en un Dios tri-personal. ¡Tres en uno! No es fácil explicar este misterio, aunque hay muchas metáforas didácticas, como la de san Patricio, comparando la Santa Trinidad con la planta del trébol. 

Ante el misterio, sobran los razonamientos y la lógica. No podremos explicarlo nunca, pero sí podemos hacer algo más. Podemos abrazarlo, podemos aceptarlo, y podemos adorarlo. Es lo que hace el autor  de estos versos que leemos: son pura alabanza, puro elogio, pura exclamación admirada. 

Ante Dios, a veces lo único que podemos hacer es abrir la boca y lanzar un grito de asombro y alegría, como un niño que contempla por vez primera un espectáculo maravilloso, o un paisaje de montaña, o la inmensidad del mar.

Y, después del asombro, la gratitud. Porque ante tanta magnificencia, que se derrama sobre nosotros, y de la que Dios nos quiere hacer partícipes, sólo cabe agradecer. Cantar... y dar gracias.

1 comentario:

  1. Santo, Santo, Santo, es el Senor, Dios del universo. Hosanna en el Cielo y en la Tierra. Bendito el que viene en nombre del Senor. Hosanna! Gracias Senor por tu bondad y amor infinitos, ven a nuestras vidas y permanece con nosotros siempre. Amen.

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El Señor es mi alabanza en la asamblea