El justo brilla en las tinieblas
como una luz
En las tinieblas brilla como una luz el que es
justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y administra
rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará, su recuerdo será
perpetuo. No temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor. Reparte limosna
a los pobres: su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con
dignidad.
En los versos de este
salmo leemos, por un lado un auténtico código moral y guía para la conducta
humana. Se nos habla de la persona justa, que se compadece de los pobres, que
reparte su riqueza y jamás se cansa de ayudar. El sentido de la solidaridad es
fortísimo en la cultura hebrea y una constante en su devenir histórico.
El justo es elogiado y
valorado pero, además, el salmista recalca todas las bendiciones que recibirá.
El mundo le recordará —“su recuerdo será perpetuo”—. No morirá en la memoria de
las gentes. Sin pretenderlo, conseguirá permanecer vivo en el recuerdo, mucho
más que quien solo busca su gloria.
“No temerá las malas
noticias, su corazón está firme”. Será una persona que pueda resistir los
embates de la vida, las tristezas, dolores y pérdidas que todos tenemos que
afrontar. Y lo hará con ánimo firme, porque se apoya en Dios. No serán el poder
ni la violencia los que le harán fuerte, sino esa confianza en Dios y su misma
bondad.
“Alzará la frente con
dignidad”: quien da amor sin reservas, quien no esconde egoísmos ni intereses,
puede caminar por la vida con toda libertad y dignidad. No necesita aparentar
lo que no es, ni esforzarse por ocultar sus egoísmos, ni disfrazar sus
intenciones, porque es limpio y da generosamente lo que ha recibido.
Y estas personas —lo
podemos ver, hoy y siempre, en nuestra propia vida— son personas luminosas, que
irradian bondad, calidez, presencia de Dios. No necesitan ser especiales. Quizás son
pobres, o quizás no; pueden tener tantos problemas o más que cualquiera; tal
vez estén enfermas, o incluso puede ser que sufran rechazo por parte de
algunos… Pero la felicidad que desprenden ilumina su entorno. Porque nada puede
tapar la bondad de un corazón sencillo, abierto y confiado, que transparenta la
luz de Dios.
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