Salmo 95
R/. Aclamad la gloria y el poder del Señor
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.
Porque es grande el Señor,
y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo. R/.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas. R/.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda;
decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él gobierna a los pueblos rectamente.» R/.
R/. Aclamad la gloria y el poder del Señor
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.
Porque es grande el Señor,
y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles son apariencia,
mientras que el Señor ha hecho el cielo. R/.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas. R/.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda;
decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él gobierna a los pueblos rectamente.» R/.
Este salmo es un canto al Dios Altísimo, el Dios que el pueblo hebreo
descubrió como creador y fuente de todo cuanto existe, superior a todas las
criaturas de la Tierra.
En las religiones antiguas se deificaban las fuerzas de la naturaleza y las
pasiones humanas. Los dioses se humanizaban y los hombres estaban sujetos a sus
caprichos. El pueblo de Israel fue interiorizando una experiencia distinta:
Dios está por encima de todo lo creado, por eso su poder y su gloria exceden
toda maravilla. Más temible que todos los
dioses, el Señor ha hecho el cielo. Solo él merece adoración y ofrendas.
La consciencia de este Dios superior despierta en el creyente una actitud
de alabanza y admiración, y también de gratitud por todo lo que ha puesto en
nuestras manos. Al mismo tiempo, hace al hombre humilde, le recuerda su condición
frágil y mortal, sus límites y el amor que ha recibido.
De ahí que los profetas y los sabios hebreos terminaran rechazando la
divinidad que se atribuían los reyes en las naciones que los rodeaban. El único
rey, el único dueño, es Dios. Y su ley no es arbitraria ni favorable solo a
unos pocos, sino que es justa y para todos.
Gratitud y humildad son dos actitudes bien alejadas del hombre
autosuficiente de hoy. Al contrario, parece que en la sociedad priman la
autosuficiencia y el orgullo del hombre o de la mujer hecha a sí misma. También
hay una tendencia a pensar que todo está en nuestras manos y que nuestro poder
no tiene otros límites que los que nuestra mente quiere ponerle. Esto nos puede
llevar a verdaderos errores cuando tenemos éxito y a una sensación de fracaso y
hundimiento cuando las cosas dejan de irnos bien. Bueno es recordar, como el
salmista, que por el solo hecho de existir ya somos receptores de un amor
inmenso, el de Dios que nos ha soñado y querido desde el momento de ser
concebidos. Bueno es recordar que gozamos de muchísimos dones gratuitos que
quizás no sabemos valorar.
Gratitud y humildad: estas dos actitudes nos llevarán a vivir de manera
serena y confiada, tanto en los momentos de bonanza como en las épocas en que
las tormentas se abaten en nuestra vida.
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